Título: | ABEL | |
Tit. Orig.: |
ABEL | |
Nacionalidad: | MÉXICO, 2010 | |
Dirección: | DIEGO LUNA | |
Guión: | DIEGO LUNA y AUGUSTO MENDOZA | |
Fotografía: | PATRICK MURGUIA | |
Música | LYNN FAINCHTEIN | |
Interpretes: | IRINA CADI, JOSÉ MARÍA YAZPIK, CHRISTOPHER RUIZ-ESPARZA, GERARDO RUIZ-ESPARZA, GERALDINE ALEJANDRA y CARLOS ARAGÓN | |
Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 12 AÑOS | |
Duración: | 80 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Diego Luna debutó en la dirección con el documental "J. C. Chávez", en torno al boxeador del mismo nombre, y con "Abel" lo hace en el género de ficción, producido por John Malkovich, que ahora llega a las pantallas comerciales tras haber pasado por el Festival de Sundance y el de San Sebastián, certamen este último en el que obtuvo el Premio de la Juventud y el de Horizontes latinos.
Abel es un niño de nueve años que se ha encerrado en un mutismo absoluto, debido a un trauma motivado por la marcha del padre. Ahora regresa del hospital para volver a estar con su familia compuesta por Cecilia, la madre, Selene, su hermana mayor, y Paul, su hermano pequeño.
Después de un tiempo sin hablar Abel rompe su silencio imponiendo su autoridad como un adulto, como si ocupara el lugar del padre ausente, tratando a Cecilia, su madre, como su esposa.
Todos le siguen la corriente para no ocasionarle otro trauma, y a la vuelta de Anselmo, su padre, que ha estado dos años fuera, lo presentan como un familiar cercano que se quedará un tiempo con la familia, pero de alguna manera se terminará rompiendo el equilibrio conseguido.
Este extraño, absurdo y peregrino drama psiquiátrico de carácter social se puede situar en el surrealismo del cine mexicano que tanto practicó el director Luis Buñuel en su estancia allí.
El guión tiene un desenlace discutible ya que no sabe cómo acabar esta historia del niño que domina a los adultos, al tiempo que pretende hacer una reflexión sobre el complejo de Edipo y tras una insinuación de incesto que resulta algo ridícula.
La película no deja de ser curiosa pero tanto el argumento, que desprende cierta humanidad, como el tratamiento formal que se le ha dado, que trata en todo momento ser original, resulta desigual, abusando de manera exagerada del desenfoque de la imagen, de los virados a negro o las transiciones a negativo.
La música subraya constantemente la lentitud de la narración.
Todo esto llega a hacer mella en el ánimo del espectador que termina harto de tanto experimento, amén de algunas cosas que chirrían bastante.
Los actores se comportan bien, dirigidos por Diego Luna con buena mano, especialmente el pequeño protagonista Christopher Ruiz-Esparza que interpreta a Abel y su hermano Gerardo en la vida real que asume ese mismo papel en la ficción como Paul.