Título:	LA VIDA SUBLIME
Tit. Orig.:	LA VIDA SUBLIME
Nacionalidad:	ESPAÑA, 2010
Dirección:	DANIEL V. VILLAMEDIANA
Guión:	DANIEL V. VILLAMEDIANA, VÍCTOR J. VÁZQUEZ
Fotografía:	FABIO BOBBIO, DANIEL BELZA
Música	JOSÉ ENRIQUE AYARRA y canciones de "REZARÉ" de SILVIO, "CAMARÓN" de CHABUCA GRANDA
Interpretes:	VÍCTOR J. VÁZQUEZ, MINKE WANG, ÁLVARO ARROBA, EMILIANA MINGUELLA, PEPE GROSSO, PEPE MANTECA, FERNANDO DE LA FUENTE
Censura:	AUTORIZADA PARA TODOS LOS PÚBLICOS
Duración:	87 MINUTOS

 Por  PACO CASADO

   Tras pasar por el Festival de Locarno llega a las pantallas comerciales esta película española independiente del director vallisoletano Daniel V. Villamediana que tras debutar con 'El brau blau' (2008), hace con ésta su segunda realización de un largometraje, que dedica a Vicente Escudero.
 El guión, si es que a eso se le puede llamar así, está firmado por el director y su primo Víctor J. Vázquez, que a su vez es el principal protagonista, ya que se compone de las charlas que éste mantiene con distintos personajes y amigos con el propósito de conocer la trayectoria de su abuelo El Cuco, un anarquista que huyó de la meseta castellana a Andalucía y desapareció en los años cuarenta. Al parecer fue torero y no se saben los motivos de por qué se fue ni por qué no volvió.
 En sus distintas entrevistas lo hace con un amigo oriental; con su ¿abuela? que le da una foto y la pista de por donde anduvo su abuelo; con el crítico Alvaro Arroba que le cuenta lo que pudo ser la segunda parte de El Sur, de Víctor Erice; con Pepe Grosso con el habla del anarquismo y la importancia de las fronteras a orillas del Guadalquivir y en la Velá de Santa Ana, con Pepe Manteca en Cádiz sobre toros, etc.
 Es cine independiente, atípico, en el que se mezcla la realidad y la ficción, construido a base de secuencias formadas por las distintas conversaciones, que la mayoría de las veces nada tienen que ver con hacer un retrato de su abuelo, ni la trayectoria que siguió, salvo en la que mantiene sobre toros.
 Está llevado a cabo con un estilo naturalista, sin artificio, espontáneo, un tanto impostado, lento, contemplativo, al tiempo que hace una crítica del franquismo y de una generación perdida que no pudo cumplir sus sueños.
 Lo más interesante es el contenido de las charlas que mantiene Víctor sobre los distintos temas que trata, pero que se nos antojan meras excusas para rellenar metraje, como la emulación que hace de los 90 boquerones que dicen se comió su abuelo y que el nieto cambia por sardinas más nueve cervezas que es de lo más inútil cansino y sin ningún interés.
 La cinta posee una bella fotografía que saca buen partido a los paisajes y brillante resulta el sonido, pero creemos que poco tiene de cine, ni que guste a la mayoría de los espectadores si no están interesado en su estética de cine independiente.
  Tras pasar por el Festival de Locarno llega a las pantallas comerciales esta película española independiente del director vallisoletano Daniel V. Villamediana que tras debutar con "El brau blau" (2008), hace con ésta su segunda realización de un largometraje, que dedica a Vicente Escudero.
 El guión, si es que a eso se le puede llamar así, está firmado por el director y su primo Víctor J. Vázquez, que a su vez es el principal protagonista, ya que se compone de las charlas que éste mantiene con distintos personajes y amigos con el propósito de conocer la trayectoria de su abuelo El Cuco, un anarquista que huyó de la meseta castellana a Andalucía y desapareció en los años cuarenta. Al parecer fue torero y no se saben los motivos de por qué se fue ni por qué no volvió.
 En sus distintas entrevistas lo hace con un amigo oriental; con su ¿abuela? que le da una foto y la pista de por donde anduvo su abuelo; con el crítico Álvaro Arroba que le cuenta lo que pudo ser la segunda parte de "El Sur", de Víctor Erice; con Pepe Grosso con el habla del anarquismo y la importancia de las fronteras a orillas del Guadalquivir y en la Velá de Santa Ana, con Pepe Manteca en Cádiz sobre toros, etc.
 Es cine independiente, atípico, en el que se mezcla la realidad y la ficción, construido a base de secuencias formadas por las distintas conversaciones, que la mayoría de las veces nada tienen que ver con hacer un retrato de su abuelo, ni la trayectoria que siguió, salvo en la que mantiene sobre toros.
 Está llevado a cabo con un estilo naturalista, sin artificio, espontáneo, un tanto impostado, lento, contemplativo, al tiempo que hace una crítica del franquismo y de una generación perdida que no pudo cumplir sus sueños.
 Lo más interesante es el contenido de las charlas que mantiene Víctor sobre los distintos temas que trata, pero que se nos antojan meras excusas para rellenar metraje, como la emulación que hace de los 90 boquerones que dicen se comió su abuelo y que el nieto cambia por sardinas más nueve cervezas que es de lo más inútil cansino y sin ningún interés.
 La cinta posee una bella fotografía que saca buen partido a los paisajes y brillante resulta el sonido, pero creemos que poco tiene de cine, ni que guste a la mayoría de los espectadores si no están interesado en su estética de cine independiente.