Título: | HARA-KIRI, MUERTE DE UN SAMURAI | |
Tit. Orig.: |
ICHIMEI | |
Nacionalidad: | JAPÓN, INGLATERRA, 2011 | |
Dirección: | TAKASHI MIIKE | |
Guión: |
KIKUMI YAMAGISHI. Basado en la novela "Ibun rônin ki", escrita por YASUHIKO TAKIGUCHI |
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Fotografía: | NOBUYASU KITA | |
Música | RYUICHI SAKAMOTO | |
Interpretes: |
KOJI YAKUSHO, HIKARI MITSUSHIMA, NAOTO TAKENAKA, EITA, EBIZÔ ICHIKAWA, KAZUMI NAMIOKA, MUNETAKA AOKI |
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Censura: | NO RECOMENDADA PARA MENORES DE 16 AÑOS | |
Duración: | 126 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Estamos ante la obra de uno de los directores del cine japonés, renovador de géneros, con más de medio centenar de películas para la gran pantalla amén de varias series de televisión y de algunos títulos para video, que hace un cine exquisito, del que apenas si se conoce su labor en España, pero del que recordamos algunas vistas recientemente como "Audition" (1999), "Llamada perdida" (2003) bastante flojas y "13 asesinos" (2010) que con ésta son las mejores.
Tras ser presentada en el Festival de Cannes y en el de Sitges 2011 se exhibe en nuestras pantallas una de sus últimas películas "Hara-kiri", en la que cuenta la historia de Hanshiro, un samurái sin medios económicos, que llega a la residencia del clan Li pidiendo que se le permita hacerse el harakiri en su patio.
Para convencerle el jefe del clan le cuenta la historia de Motome, un joven que lo intentó con anterioridad y él a su vez aporta otro relato antes de que se ejecute su petición.
Se trata de una nueva versión de un viejo éxito del cine nipón exhibido en España con igual título, basado en la novela de Yasuhiko Takiguchi, autor que hizo el guión con Shinobu Hashimoto y dirigida por Masaki Kobayashi, que ganó el Premio especial del jurado y el de la crítica en el Festival de Cannes 1963 y el Ciudad de Valladolid, donde tuvimos ocasión de verla por primera vez.
Es una excusa para presentarnos dos historias muy diferentes, en el Japón del siglo XVII, una de ellas en torno a los falsos suicidios para pedir caridad enmascarando el no sucumbir ante el honor perdido del guerrero rônin para no sufrir la vergüenza de no tener señor a quien servir y morir dignamente, en la que se dan escena de una brutal crudeza en la ejecución de un harakiri y otra de tono dramático que lleva impresa una relación amorosa inmersa en la miseria, el dolor, la perdida de un hijo, por no tener recursos económicos para pagar a un médico, ante la enfermedad del niño.
Hay una anteposición del honor por encima de todo, incluso de la caridad, ya que para el guerrero el honor lo es todo, pero igualmente ante algo tan importante como la vida humana, el honor no significa nada, es una pura farsa, ya que antepone una cruel falta de humanidad del espíritu militarista a la supervivencia de una familia pobre, olvidándose virtudes como la piedad y la compasión.
El film está realizado con gran lentitud como corresponde al cine japonés clásico y a una historia de amor, honor, venganza y muerte, con un guión en torno a los sentimientos humanos en el que todas las piezas terminan encajando perfectamente.
Tiene una puesta en escena plena de matices, una sobria interpretación, con majestuosos travellings y movimientos de cámara que le dan gran belleza a la fotografía acentuada en los momentos adecuados por la música de Ryûchi Sakamoto que pasa un tanto desapercibida.