Título: | SUEÑO Y SILENCIO | |
Tit. Orig.: |
SOMNI I SILENCI | |
Nacionalidad: | ESPAÑA, FRANCIA, 2012 | |
Dirección: | JAIME ROSALES | |
Guión: |
JAIME ROSALES, ENRIC RUFAS |
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Fotografía: |
ÓSCAR DURÁN |
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Música | No tiene | |
Interpretes: |
YOLANDA GALOCHA, ORIOL ROSELLÓ, JAUME TERRADAS, LAURA LATORRE, CELIA CORREAS, ALBA ROS MONTET, SERGI LÓPEZ, MIQUEL BARCELÓ, MARÍA DE MEDEIROS |
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Censura: | AUTORIZADA PARA TODOS LOS PÚBLICOS | |
Duración: | 108 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Tras ser seleccionada para la sección de la Quincena de realizadores del Festival de Cannes 2012, llega a las pantallas españolas el cuarto largometraje del singular director catalán Jaime Rosales, único que acude al certamen de la costa francesa que presenta una película, en la que pretende expresar el abismo de la pérdida traumática y el dolor de la ausencia de un ser querido, expuesto a contracorriente.
Oriol y Yolanda viven en París con sus dos hijas, Celia y Alba. Él es arquitecto y ella profesora. Durante unas vacaciones en el Delta del Ebro, sufren un accidente que cambiará sus vidas.
Una vez más Rosales hace un cine muy personal en el que parece que no existen para él las reglas clásicas del lenguaje cinematográfico, ya que por lo general ancla la cámara en un lugar, venga o no a cuento, mientras que los personajes entran y salen del cuadro como si fuera el marco escénico de un teatro. A veces se oyen las conversaciones en off porque el plano está vacío o apenas se le ve la nariz con el que conversa lo que es feo estéticamente, anodino y frío, provocando minutos muertos.
Hay otros planos que están totalmente vacíos, que no dicen nada y que no sabemos qué función tienen dentro de lo que se nos cuenta. Tal vez con ello pretende que el espectador rellene los huecos, pero lo que logra es que moleste esa rigidez formal.
Es interesante el contenido argumental de este film, como es el dolor de una familia que ha sufrido la pérdida de un ser querido. Pero de esta pérdida nos enteramos leyendo el argumento, porque de buenas a primeras la familia está apenada sin que se nos haya dicho porqué, únicamente notamos la ausencia de Celia la hija mayor y entonces nos damos cuenta de ello.
Así no transciende al espectador lo que nos quiere decir.
Con tanto improvisar y experimentar y querer ser trascendente no nos dice nada. Su forma de contar la soledad, la desgracia, la muerte, es aburrida y algunos personajes están mal definidos.
La síntesis narrativa brilla por su ausencia y sienta al espectador en el banco de la paciencia hasta pasar a otra cosa. Ejemplo: nos obliga a ver cómo se efectúa el cierre de una sepultura en el cementerio y todo el desfile de personas que dan el pésame a la familia, a través de una cámara lejana.
A la hora y media las imágenes son en color sin venir a cuento.
Le sobra al menos media hora y estamos seguros que suprimiendo esos planos que no dicen nada el montaje sería más ágil, se haría más llevadera y no sería tan larga, ya que el resultado final es bastante cuestionable.
Posiblemente el director de 'La soledad' crea que esta forma de hacer cine le da carácter personal a su cinta, pero a pesar de su parca puesta en escena, creemos que el lenguaje fílmico no va a progresar por ver el mundo de esta manera diferente.
Tal vez sea una forma distinta de hacer cine pero es algo suicida, y evidencia su artificio, que ha sido fomentado por el aplauso por cierta crítica modernista que acude a los festivales.
Tiene interés la idea, pero no por la forma de expresarla.