Título: | SIN UN ADIÓS | |
Tit. Orig.: |
SIN UN ADÍOS | |
Nacionalidad: | ESPAÑA, 1970 | |
Dirección: | VICENTE ESCRIVÁ | |
Guión: |
VICENTE ESCRIVÁ |
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Fotografía: |
RAÚL PÉREZ CUBERO |
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Música | WALDO DE LOS RÍOS | |
Interpretes: |
RAPHAEL, LESLEY ANN DOWN, ANTONIO PICA, ELENA MARÍA TEJEIRO, MABEL KARR, CÁNDIDA LOSADA, PERLA CRISTAL, YELENA SAMARINA |
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Censura: | AUTORIZADA PARA MAYORES DE 14 AÑOS | |
Duración: | 90 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
Ir a ver una película de Raphael, dirigida por Vicente Escrivá, conociendo los films precedentes era como ir predispuesto a todo. Escrivá no se conformó con ser guionista sino que se pasó a la dirección y encontró un filón con el cantante de Martos, aunque no todas sus cintas con él fueron comerciales.
Con 'Sin un adiós' pretendió hacer una comedia musical a la española que ya otros probaron antes y ninguno dio en el clavo. Construyó una historia sencilla, romanticona, con tonos rosa, como salida de la imaginación de cualquier chica jovencita recluida en un internado de señoritas; arranca en Inglaterra donde una muchacha sueña con pasar unos días con su cantante preferido en la paradisíaca isla de Mallorca; Mario Leyva, un cantante en el momento cumbre de su carrera, siempre en olor de multitudes, se convierte en anunciante de los cigarrillos Delfín, cuya pésima calidad intenta ser camuflada por un gran golpe de efecto publicitario; uno de los paquetes contiene una pequeña corona de oro, y quien la encuentre ganará un importante premio en metálico y la estancia de tres días en Mallorca en compañía del famoso cantante.
Una muchacha inglesa, Marta, se alza con el premio, y un largo sueño se hace realidad: una realidad en la que estará presente el amor y que acabará en tragedia.
Vicente Escrivá elige un cantante con prestigio en España, una chica mona que le dé la réplica, ancha pantalla, buen colorido, arreglos musicales de Waldo de los Ríos que se encargó también del score, no se regateó en decorados, ballets, etc. pero lo echó todo a perder por falta de inventiva, conocimientos técnicos y artísticos, por no tener atado a un actor que gesticula peligrosamente y porque en definitiva no sabe qué hacer con la cámara repitiendo infinidad de veces el mismo plano, con idéntico encuadre, desde el mismo escenario.
Su argumento funciona a ratos e incluso el propio Raphael hubiera dado como galán cantante de estar bien dirigido.
Pudo haber sido y no fue, lamentablemente, después de tener todos los elementos.