Título: | ALAMBRADAS DE VIOLENCIA | |
Tit. Orig.: |
POCCHI DOLARI PER DJANGO | |
Nacionalidad: | ITALIA, ESPAÑA, 1966 | |
Dirección: | LEON KLIMOVSKY | |
Guión: |
TITO CARPI. Argumento: MANUEL SEBAN |
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Fotografía: |
ALDO PINOLLI |
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Música |
CARLO SAVINA |
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Interpretes: |
ANTHONY STEFFEN, GLORIA GAUNA, THOMAS MOORE, FRANK WOLFF |
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Censura: | AUTORIZADA PARA MAYORES DE 14 AÑOS | |
Duración: | 87 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
El western europeo se está caracterizando por la violencia. Pero creemos que ya es cargar demasiado la mano, ya que en la mayoría de los casos ésta no está justificada lo suficiente, como no sea para dar satisfacción a un público ávido de ella o para alargar el metraje de la película.
Se cuida mucho este apartado meramente argumental y sin embargo se descuidan otros mucho más importantes, como es el aspecto artístico, que es a fin de cuenta a la hora de una valoración lo que más vale.
A León Klimovsky ya le vimos un film del oeste que, por cierto, era la peor adaptación que sobre la historia de Billy el Niño hemos presenciado nunca. Ahora nos llega con otro western suyo. Y parecía que aquí se iba a cubrir mucho más las espaldas que en el anterior por su pretenciosa idea de animar la historia en su principio, pero todo ha sido fallido.
No es suficiente saber elegir bonitos encuadres, sino que éstos han de ir unidos y coordinados debidamente mediante una planificación adecuada y correcta en todo momento. Pero el señor Klimovsky parece haber olvidado (o no conocer) las reglas más elementales del montaje y la planificación a la hora de colocar la cámara.
Esto lo hace de manera caprichosa, por lo que en muchísimos instantes de la proyección nos choca, ya que no monta, no enlaza bien, un plano con el siguiente.
Este grave defecto hace que la cinta pierda mucho de lo que sobre el papel podía haber sido. Y todo ello por una mala dirección. Error éste que se manifiesta igualmente en un desacertado modo de dirigir a los actores y de concebir las escenas.
En este lado de la balanza podemos colocar en igualdad de inferioridad el mal color de la fotografía.
Una vez más nos demuestra que Klimovsky dirige con el piloto automático puesto.