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CRITICA
Por: PACO CASADO
Después del éxito de público y tras recaudar [Rec] (2007) quince veces su presupuesto, y haberse hecho Quarentine (2008), que es una copia americana exacta e innecesaria, era inevitable esta '[Rec 2]' (2009), que estuvo mal ubicada en una sesión paralela fuera de concurso de la Mostra de Cine de Venecia 2009 y mejor centrada al ser elegida como inauguración del Festival de Cine Fantástico y de Terror de Sitges.
No se necesitaba esta secuela o continuación, que comienza 15 minutos después de donde terminaba la primera.
Tras lo sucedido en el edificio cuarenta, las autoridades han perdido el contacto con las personas que allí se encuentran.
Un grupo de GEOS al mando de un supuesto médico del Ministerio de Sanidad para atajar el virus que ha puesto en cuarentena el viejo edificio barcelonés, se adentra en el interior para controlar la situación y conseguir la sangre de los infectados para encontrar la cura.
Los directores Jaume Balagueró y Paco Plaza vuelve con esta secuela que arranca tan solo unos minutos después de la primera parte.
Esta nueva entrega sigue la estela de la anterior reincidiendo en los elementos que le han hecho famosa: cámara subjetiva y nerviosa, actores poco conocidos, oscuridad en la fotografía, diálogos a grito, etc.
Para darle un giro y algo de novedad, ahora resulta que no hay tal virus, sino que es una posesión demoníaca, el médico es un cura que busca la sangre de la niña Medeiros que ha provocado el mal, para descubrir el origen del mismo, y quienes filman no son reporteros televisivos sino los propios GEOS con sus cámaras.
La cuestión es darle una vuelta de tuerca más a un asunto que no tenía más argumentación que repetir la subida de escaleras en lucha contra los zombis que les surgen al paso, sin más luz que la de los cascos de los soldados, con lo cual no se ve nada y mucho menos con sus mareantes cámaras que multiplican inútilmente los puntos de vista.
Cuando los personajes se les agotan, al ser destruidos por los zombis, se saca de la manga a tres chavales que se cuelan en el edificio por las alcantarillas y echa mano de la reaparición de Ángela Vidal, la reportera que encarnaba Manuela Velasco, que ha logrado sobrevivir oculta.
Un coctel puesto al servicio del supuesto mayor realismo posible que cuenta con la novedad de incluir más cámaras para poder dotar al film de numerosos puntos de vista, que no son necesarios y que complican más la comprensión.
Lo que resultaba de original en [Rec] (2007) al simular un reportaje de televisión, se convierte aquí en reiteración y machaconería sobre más de lo mismo, empeñados en hacer un cine pobre, mareante, claustrofóbico.
En esta ocasión se ha dispuesto de un mayor presupuesto que su predecesora en el que se han gastado cinco millones de euros, para dar una nueva vuelta de tuerca al mismo concepto, que algunos críticos se han encargado de fomentar y alabar como un producto de calidad, que no aparece por ningún lado, que lo único que ocasiona es dolor de cabeza al espectador al aumentar el volumen de los alaridos, cansarle la vista al forzarla intentando ver lo que no se ve y crearle un ataque de nervios, con una fórmula que está ya más que agotada.
Balagueró y Plaza repiten el mismo esquema narrativo, con más sangre, sin ninguna novedad con la que sorprender más que con los sustos, menos efectivos, con mal sonido y diálogos inaudibles en ocasiones, sin que lleguen al final a resolver ningún enigma, e incluso dejando su terminación abierta para seguir castigándonos con una posible tercera parte, que sería ya el colmo.
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