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CRITICA
Por: PACO CASADO
Cada vez más las cinematografías occidentales están coproduciendo con las orientales, China, Japón, Corea del sur, lo que a veces les da un toque distinto a los argumentos que nos cuentan.
Este mismo título que comentamos es uno de esos casos en los que intervienen Estados Unidos e Inglaterra con la cinematografía japonesa produciendo esta historia.
Aunque está basada en la novela policiaca 'The earthquake bird', de la escritora británica Susanna Jones, publicada en 2001, que es la primera que escribe, con la que ganó varios premios, su acción se sitúa en Japón, donde la escritora vivió un tiempo y de la que faltan algunos temas de los se profundiza en ella.
La historia comienza en Tokio, en 1989, donde vive Lucy Fly, una joven de origen sueco, que lleva cinco años viviendo allí, que ya se siente japonesa, que se gana la vida haciendo de traductora en una empresa, que tiene un pasado doloroso que guarda en su interior, aunque no lo demuestra en su sombrío e imperturbable aspecto exterior y emocionalmente frío.
Un día al llegar al trabajo se entera que su amiga Lily Bridges ha desaparecido, así figura en algunos carteles en el metro, y acto seguido la policía va a por ella, tal vez como primera sospechosa o para que les de pistas acerca de lo ocurrido.
Al dejarla libre por falta de pruebas conoce por la calle a Teiji Matsuda, un apuesto joven que se gana la vida trabajando en un restaurante, que le hace una fotografía y tras ello se hacen amigos.
Un día Bob Johnson, un amigo cantante de rock, le pidió que le ayudara a buscar vivienda a Lily Bridges, una joven enfermera que acababa de llegar y no dominaba el idioma y a partir de ahí surgió la amistad entre ambas.
Con el tiempo ésta le pide que le presente a Teiji con el que Lucy tiene un cierto romance.
Tras ello queda así formado el triángulo de los tres principales protagonistas de esta historia en la que surgen la amistad, la rivalidad, los celos y cada una de ellas esconde algo de su pasado que poco a poco vamos conociendo.
A lo largo de la trama se van introduciendo algunos flash backs con lo vivido de cada uno y las visitas a la policía.
Lamentablemente en la versión que hemos visto algunas conversaciones entre Lucy y Teiji, así como las de Lucy con la policía están en japonés y no han sido traducidas y tampoco tienen subtítulos por lo que al menos las de la comisaría deben tener su importancia en el desarrollo argumental.
Tiene una realización bastante elaborada a cargo del guionista y director inglés, afincado en Los Angeles, Wash Westmoreland, del que se recordarán algunos de sus títulos recientes como Siempre Alice (2014) o Colette (2018).
Lleva a cabo la narración de una forma plana, sin apenas momentos de suspense que puedan intrigar al espectador, a lo que contribuye el carácter de la protagonista y del fotógrafo en los que surge una pasión sexual mínima, complicada posteriormente por la aparición de Lily.
El protagonismo se lo reparten la sueca Alicia Vikander en el papel de Lucy, actriz que se hizo popular en personajes muy distintos a éste como los de Jason Bourne (2016) o Tomb Raider (2018), que aquí está bien, pero no es de los mejores suyos, el bailarín Naoki Kobayashi y Ridley Keough, como Teiji y Lily, respectivamente.
Acentúa el escaso interés la inquietante música del oscarizado Atticus Ross por La red social (2019).
La película ha sido producida por Ridley Scott director del que aparecen unas imágenes de su film Black rain (1989) que se desarrollaba en Japón.
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