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CRITICA
Por: PACO CASADO
Es curioso ver cómo un hombre que ha sido maltratado por la vida como Dalton Trumbo, perseguido por el Comité de Actividades Antinorteamericanas del general MacCarthy, veterano escritor maldito y fenomenal gran guionista del cine norteamericano, escribió en 1938 una novela basándose en un hecho real ocurrido en 1917 durante la Primera Guerra Mundial.
El libro fue un auténtico best sellers y llegó a conseguir el premio National Award Book y tras transformarlo en un guion Trumbo lo paseó por varias productoras que lo rechazaron, hasta proponérselo a Luis Buñuel, que estuvo a punto de realizarlo.
Llegó a trabajar en el guion con el autor del empeño que lo convirtió en un clásico del cine antibélico, duro e incómodo, llamado a remover conciencias.
Dificultades imposibles de superar hicieron que el gran director aragonés no lo llevara a cabo para que finalmente la hiciera realidad el hombre que la había concebido.
Por último hubo de decidirse por llevarlo a cabo él mismo como director, debutando así en este terreno cuando tenía 65 años de edad y habían trascurrido más de treinta años desde que escribió la novela.
Su experiencia como guionista acreditado queda garantizada a poco que citemos algunos de sus títulos más significativos como tal de los de 'Espartaco' (1960), 'Éxodo' (1960), 'El último atardecer' (1961), 'Los valientes andan solos' (1962), 'Castillos en la arena' (1965) y otros más en una lista interminable.
Sólo a él se le podía ocurrir un tema tan original, valiente y horripilante como el que se plantea aquí.
Debido a ser perseguido por el Comité de Actividades Antinorteamericanas, tuvo que firmar algunos de sus trabajos con seudónimo, como le ocurrió con el guion de El bravo (1956) que dirigió Irving Rapper, por el que ganó el Oscar que no recogió.
Esta es la historia de un joven soldado que pierde las piernas, los brazos y parte del rostro, quedando convertido en un tronco humano con cerebro, que no puede comunicarse con el exterior.
No es nada fácil encontrar un tema tan genial como el que toca Trumbo en esta película, ni hacer un alegato antibelicista mejor que el que desarrolla en ella, donde el protagonista es una consecuencia de la guerra y no de la religión, como especifica y aclara en un determinado momento el capellán castrense.
Es también el tema de una comunicación imposible de un hombre joven en circunstancia tan extremas con el medio que le rodea, hasta que fluye la corriente de afecto y de amor entre él y la enfermera.
El hecho ya de por sí tiene una fuerza tremenda y no necesita que cargue las tintas con melodramatismos, porque el propio tema pone los pelos de punta.
Es a partir de aquí cuando el film tiene más fuerza, aunque no le falta desde el principio hasta el final de toda la cinta.
A pesar de la dificultad cinematográfica que encerraba el relato a la hora de expresarlo en imágenes para evitar transcribir la carga literaria de la novela, Trumbo resuelve la situación de manera realmente prodigiosa, con una especie de monólogo interior del personaje que nos pone en situación, nos informa y nos conduce por el frío futuro que le aguarda, elevándonos a veces el tono de emoción hasta limites insospechados.
El tema era difícil de traducir a imágenes, pero Dalton Trumbo resuelve el problema de forma limpia y escueta, sin trucos ni efectismos, con un constante uso del flash back, con la voz en off del protagonista que informa, ilustra y conduce como si fuera la mano de un lazarillo hacia la soledad y la angustia de este hombre incomunicado, deshecho, pero vivo, al que se le quiere utilizar como un simple animal de experimento de laboratorio.
Trumbo nos presenta en un sobrio blanco y negro el trágico presente, mientras que usa el color para los momentos más oníricos, para los sueños y las fantasías, para los recuerdos del pasado, técnica ésta que le viene bien a esa alegría de vivir del joven protagonista en sus floridos 19 años, en busca del amor, y en rechazo constante del monstruo de la guerra, al igual que piensa y desea su novia.
Hay varios momentos en la película en los que el tono y la emoción suben hasta límites sorprendentes o baja hasta extremos realmente angustiosos que hacen poner el vello de punta.
El film es un auténtico canto a la vida, a la emoción sin límites de sentirse vivo, ese don especial que no sabemos apreciar cada mañana cuando al despuntar el día, podemos volver a abrir los ojos de nuevo y no nos encontramos con la oscuridad del protagonista o el vacío y la nada de la muerte, sino el volver a la vida, por lo que deberíamos dar gracias a Dios a diario, ante un nuevo amanecer.
Cinta sensacional en la que funciona mejor la parte del presente en blanco y negro que la del color, en la que nos recuerda a veces a esos fantasmas fellinianos que el realizador italiano saca en sus últimas películas, desde Fellini Ocho y medio (1963), hasta Giulietta de los espíritus (1965).
No por ello se puede decir que copie a Fellini porque eso ya estaba escrito en la novela hace más de 35 años cuando el director italiano aún no había ni soñado en hacer cine.
Para ser su primera dirección Trumbo se maneja muy bien a pesar de los constantes flash backs sin que por ello se interrumpa el interés de la historia, sino que al contrario la ilustran para conocer mejor al personaje.
Una obra redonda y completa en todos sus aspectos, porque junto a los valores temáticos y de dirección, así como de guion, antes apuntados, añade una buena fotografía, una sobria banda sonora y un buen reparto integrado por Timothy Bottoms, un joven de 19 años que hace su debut, Kathy Fields, Marsha Hunt, Jason Robards en un impresionante papel de padre lleno de serenidad y comprensión en su rudeza, Donald Sutherland y la sensacional interpretación de Diane Varsi incorporando a la enfermera.
Como principiante en el terreno de la dirección y a sus muchos años, el "joven" Trumbo pone todo su entusiasmo y la juventud del realizador que empieza, sin importarle la edad, con ilusión y con cariño ha hecho este film realmente extraordinario, de calidad sin igual, importante sin lugar a dudas y por el que creemos que si sigue haciendo cine, habrá que tenerlo muy en cuenta, puesto que ya de entrada se ha ganado un notable puesto en la historia del séptimo arte como debutante distinguido que consiguió con su ópera prima su primera obra maestra.
Nominado al Globo de oro Timothy Bottoms. Gran premio del jurado y el Fipresci en el Festival de Cannes. Premio Kinema Junpo. Premio a la mejor película en los festivales de Atlanta y Belgrado.
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