Por PACO CASADO 

  La joven realizadora Cherien Dabis, de 33 años, nacida en Nebraska, de padres palestinos-jordanos, con experiencia en series de tv., debuta en la gran pantalla con un relato casi autobiográfico en torno al problema de la inmigración en Estados Unidos y sobre todo la discriminación social que existe en torno a las personas de origen árabes tras los tristes sucesos del 11S.
 Muna vive en Cisjordania, es empleada de un banco, y ha de pasar unos duros controles para ir a trabajar. Un día, cuando se le presenta la oportunidad, emigra con su hijo Fadi a Norteamérica, donde vive su hermana Raghda, en Illinois, desde hace 15 años.
 Ella en su país tenía dos licenciaturas, pero aquí no le sirven para buscar trabajo y sólo lo encuentra en una hamburguesería, para poder ayudar así a su hermana.
 La entrañable historia de Muna se inspira en la de su propia familia que lo pasó peor que la de la película y trata de mostrar no sólo las vicisitudes de la inmigración sino también la adaptación a la vida del nuevo país haciendo frente a los problemas raciales y de convivencia, procurando siempre estar orgullosa de su identidad.
 Toca también la nostalgia por el hogar que dejó atrás tras tener puesta la esperanza en el nuevo mundo donde no todas las cosas le salen como las había soñado.
 El guión tiene un tono de film independiente, de corte melodramático pero con un aire amable que trata de plasmar la realidad sobre los lazos familiares y el hogar cuando todo va mal, intentando sacar la familia adelante y sobre todo pensando en el futuro de su hijo.
 El sueño americano no sale bien parado al exponer con valentía los abusos que sufren los compatriotas de la protagonista en en el territorio americano.
 La cinta posee agilidad en la puesta en escena con un trabajo interesante de Nisreen Faour que a veces peca de ser demasiado condescendiente e ingenua en los juicios que se forma de los demás, a los que trata de caer bien con su gran simpatía.
 Película humana, optimista, sentimental, sobre los vínculos de sangre, levemente comprometida, que se deja ver con agrado, aunque no tenga actores conocidos ni una gran altura desde el punto de vista cinematográfico.
 Ganó el Premio FIPRESCI en la quincena de realizadores del Festival de Cannes 2009.