Título: | LA MÁQUINA DEL AMOR | |
Tit. Orig.: |
THE LOVE MACHINE | |
Nacionalidad: |
EE.UU, 1971 |
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Dirección: | JACK HALEY JR. | |
Guión: | SAMUEL TAYLOR. Basado en la novela escrita por JACQUELINE SUSANN | |
Fotografía: | CHARLES B. LANG | |
Música | ARTIE BUTLER, BRIAN WELLS | |
Interpretes: | JOHN PHILLP-LAW, DYAN CANNON, ROBERT RYAN, JACKIE COOPER, DAVID HEMMINGS, JODI WEXLER, WILLIAM RODERICK, MAUREEN ARTHUR, SHARON FARRELL, SHECKY GREENE, CLINTON GREYN, ALEXANDRA HAY, EVE BRUCE, GREG MULLAVEY | |
Censura: | AUTORIZADA PARA MAYORES DE 18 AÑOS | |
Duración: | 100 MINUTOS |
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Por PACO CASADO
No es ésta la primera vez que un medio analiza el discurrir en el proceso de creación y desarrollo así como la mecánica de sus interioridades, por otro medio de expresión. El propio cine se ha autoanalizado en otras películas, y ahora lo hace con su medio hermano que es la televisión, concretamente la norteamericana.
Se centra este análisis más en el discurrir a alto nivel de ejecutivos y de su podrida mecánica que en el proceso de creación en sí. De esta manera lo que nos expone ante los ojos son las historias más o menos melodramáticas con sus amores y pasiones desviándose de lo que podría haber tenido quizás un más sano interés. Pero esto es lo que, al parecer, interesa más al público. Al menos así lo ha creído en primer lugar Jacqueline Susann al llevar este tema a las páginas de su novela, como ya antes lo hiciera en forma parecida con su libro anterior "El valle de las muñecas" igualmente, como ésta, convertida también en un film.
Como tema puede ser válido, como cualquier otro y para muchos espectadores puede ser igualmente atractivo por lo desconocido, ya que al parecer tiene bastantes visos de realidad. Pero de lo que no hemos quedado satisfechos es de los resultados obtenidos en su conjunto, comenzando por el frío y lineal guion creado por un profesional de categoría como Samuel Taylor o de la dirección elegida por Jack Haley Jr. que tampoco consigue salvar el hecho en muchos momentos.
Por lo demás es una cinta realizada con cierta corrección en la que destacan la veteranía de un Robert Ryan quien últimamente no hacía más que papeles secundarios en producciones europeas, la profesionalidad de David Hemmings en su difícil personaje y sobre todos la sobriedad de Jackie Cooper.
A destacar la inmoralidad constante en que se debaten los personajes y el alto tono de corrupción que incide en los mismos, expuesto con excesiva naturalidad, es lo que extrema su censura.