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CRITICA
Por: PACO CASADO
Esta película, mezcla de documental y ficción, nos introduce en un territorio de la América profunda, donde se vive al margen de la legalidad, con una sociedad en la que impera la anarquía, donde habita una comunidad pobre, que intenta reaccionar ante el olvido de las instituciones, mientras violan los derechos de los ciudadanos, entre los que impera la droga, la escasez de medios y las armas.
En un barrio marginal de Louisiana está el hogar de Mark Kelley, un adicto a las drogas, que comparte con su familia compuesta por Lisa, su pareja, su madre enferma y su abuela, que todos se dedican a ese comercio ilegal de substancias prohibidas que fabrican ellos mismos e incluso también las consumen, que viven entre otras cosas de hacer chapuzas y trabajos ocasionales mal pagados.
Mark ya estuvo tres meses en la cárcel donde se limpió de este vicio, pero ahora está en libertad condicional y ha vuelto a drogarse junto con su pareja en escenas bastante realistas al efecto.
La libertad condicional le impide llevar armas, todo lo contrario que un grupo de paramilitares fascistoides en extremo, que se entrenan a diario con sus armas de gran calibre, que defienden el derecho a llevarlas supuestamente para proteger a sus familias, ya que la venta de las mismas en Estados Unidos es como poder ir al supermercado a hacer la compra.
Veteranos o adolescentes armados se divierten en la fiesta del Día de la Independencia, el 4 de julio, como una vía de escape disparando, ya que aún siguen en guerra con su mundo, mientras consumen alcohol y practican sexo o destrozando un coche con sus disparos para terminar quemándolo y protestando contra el gobierno de Obama por su política exterior con soflamas racistas.
El film se compone de esta dos historias, la de Mark y la de los paramilitares, o lo que es lo mismo, las drogas y las armas, como si no hubiera otros temas a tratar en la Norteamérica actual.
Su director es Roberto Minervini, nacido en Italia, pero lleva muchos años viviendo en Norteamérica donde trabaja actualmente ya que además de director de cine es escritor y profesor universitario.
Tras varios cortos hizo una trilogía sobre Texas, de la que formaba parte el titulado Stop the Pounding Heart que se pudo ver en una edición anterior de este mismo certamen y ahora nos ofrece esta cinta sobre Louisiana, en la que ha confiado prácticamente en su director de fotografía, ya que se ha rodado sin guion, que fue escrito a posteriori a la vista de las imágenes y del montaje definitivo, de ahí que se le dé como coautoría a Diego Romero en este apartado.
Realizada de forma sencilla, sin alardes de ninguna clase por lo que no tiene grandes valores fílmicos y si interesa algo es por los temas que trata no por su forma de mostrarlos.
La película posee un cierto desequilibrio con una primera parte muy larga y tan solo dedica los metros finales al segundo tema apuntado de las armas.
Los actores son todos no profesionales y prácticamente no actúan, son fotografiados para servir de testimonio en este documental al que le sobran algunas imágenes que podían haberse suprimido ya que nada dicen.
Premio Busan cinephile en el Festival de Pusan. Premio del jurado estudiantil en el St. Petersburg Message to Man Film Festival 2015. También pasó por la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes.
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