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CRITICA
Por: PACO CASADO
Las programaciones de los locales comerciales en estos días suelen escoger o bien productos infantiles, aprovechando que los chicos están de vacaciones o películas sentimentales para los adultos, generalmente ambientadas a ser posible en las fechas navideñas que hablan de los sentimientos cuando no resultan sentimentaloides.
Howard Inlet es un exitoso ejecutivo de una agencia de publicidad de Nueva York que marcha muy bien. Hasta que su situación cambia drásticamente cuando una tragedia personal, la pérdida de una hija de seis años, le golpea con fuerza, lo que le lleva a enfrentarse al dolor que le produce el duelo y caer en una profunda espiral de depresión.
Sus socios y colegas más cercanos intentarán animarlo y sacarlo de su letargo. Para ello pondrán en marcha un plan poco convencional para obligarlo a afrontar su sufrimiento de una manera sorprendente y profundamente humana.
Pero este plan traerá consigo resultados imprevistos.
El film tiene el amor, el tiempo y la muerte como hilos conductores de la trama.
Sus compañeros de trabajo tras contratar a una detective para que le siga, descubren que ha enviado unas cartas al amor, a la muerte y al tiempo y emplean a tres actores para que interpreten esos papeles para que mejore o en su lugar incapacitarlo totalmente antes de que la empresa quiebre.
Es un drama sentimental en época navideña, en el que desde el inicio vemos cómo Howard se entretiene con las fichas de dominó como una forma de pasar el tiempo, de distraer su mente sin pensar en su dolor, como una metáfora de su estado de ánimo profesional y de un mundo personal que en cualquier momento se le puede venir abajo.
Es incapaz de ver la belleza oculta que hay en cada tragedia y esas cartas que escribe están cargadas de odio dirigidas al tiempo, al amor y a la muerte, para reprocharles su traición hacia su persona por el fallecimiento de su hija pequeña y un día recibe una respuesta inesperada en forma de esos fantasmas a la manera que aparecían en las novelas de Charles Dickens, en un Nueva York navideño, que hace pensar sobre el duelo y reflexionar sobre el dolor.
El guion, que tiene parte de realidad y de fantasía, habla de la pérdida de un ser querido de manera algo pretenciosa, también se ocupa de los problemas personales de los socios y tiene un giro final tan forzado como previsible que hasta nos sorprende, pero en absoluto está justificado, ni es comprensible en esta especie de fábula algo desconcertante.
No se conforma con el drama de Howard sino que además se le añade el de sus amigos, para mayor dolor.
Una historia cargada de sensibilidad y emotividad que habla de la pérdida, el amor y la redención.
A Will Smith parece que le subyugan últimamente estos melodramas de autoayuda con mensaje de superación como lo demuestra su intervención en títulos como 'En busca de la felicidad' (2006) y 'Siete almas' (2007) al que hay que unir ahora B'elleza oculta' (2016)
Es una cinta con voluntad terapéutica que contiene un gran reparto del que cabía esperar un mejor resultado, aunque sus interpretaciones sean correctas, al igual que nos ocurre con la dirección de David Frankel, que tiene en su haber comedias mucho mejores como 'El diablo viste de Prada' (2006), por ejemplo, sin embargo ésta no es redonda para el buen reparto que tiene.
Premio Hollywood a Naomie Harris.
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