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CRITICA
Por: PACO CASADO
'La historia del amor' es un título equívoco y pretencioso que marca el regreso del director rumano afincado en Francia, Radu Mihaileanu, tras haber dirigido últimamente 'El concierto' (2009) y 'La fuente de las mujeres' (2011) con este drama que supone su sexto largometraje, que une dos mundos, el del Nueva York del siglo XXI y el de la Polonia de los años 30, mediante el libro de igual titulo que viaja a través del tiempo para unir los destinos de sus protagonistas en un auténtico rompecabezas en el que las piezas terminan por ajustar, aunque sea tarde.
Nada parece vincular al viejo y cascarrabias Léo Gursky, un inmigrante judío polaco que vive en Nueva York, con el nostálgico recuerdo de Alma Mereminski, el gran amor de su vida, con una adolescente llena de vida que habita en al otro lado de la ciudad, llamada Alma Singer, que encuentra el amor por primera vez, que está decidida también a dar con el hombre ideal para que su madre vuelva a contraer matrimonio evitando así su soledad.
El viejo inmigrante judío polaco tiene como vecino en Nueva York a Bruno Laibovitch, su amigo de siempre, mientras sigue añorando a la mujer de su vida sobre la que escribió un libro, como le prometió en su día, como una extensa declaración de amor, cuyo manuscrito se perdió, y que él con bastante frecuencia pregunta en la librería de su barrio por si en algún momento aparece publicado.
La conmovedora historia se desarrolla entre la Polonia de los años 30 en la Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial y el Nueva York actual, en la que el citado libro de la escritora norteamericana Nicole Krauss, de compleja narrativa, llamado 'La historia del amor', publicado en 2005, servirá de nexo para unir los destinos de los principales protagonistas y sus historias paralelas, inspirado en sus familiares judíos.
El guion está basado en el segundo libro escrito por Nicole Krauss, cuya adaptación es llevada a cabo por Marcia Romano y el director Radu Mihaileanu que regresa para contarnos esta historia de amistad y de amor que supera las barreras del tiempo a través de los años, en la que no falta la emoción, la dignidad humana y el sentido del humor, como antídoto contra la tragedia.
El problema principal que tiene esta reconversión en imágenes para el cine, de la que desconocemos la novela original, es que constantemente deambula de una época a otra, y la coincidencia de nombres de las mujeres, ambas llamadas Alma, nos lleva a confusión, e incluso algunos de los personajes no acaban de estar muy claros, con un final sacado de la manga a base de querer ser original acerca de uno de ellos sobre el que nos engaña todo el tiempo sobre su existencia al ser sólo una presencia onírica.
Si a ello se le añade la existencia de otras subtramas que discurren de forma paralela, la complicación se acentúa más.
Por lo demás resulta una historia interesante, pero que contada de otra manera posiblemente hubiera sido más asequible al espectador y mejor entendida con algo menos de metraje.
Derek Jacobi, que se ha convertido en uno de los clásicos secundarios del cine británico, carga sobre sus hombros el peso del protagonismo de este film que en ocasiones comparte con otro veterano del cine americano como Elliott Gould, mientras que el papel femenino se lo reparten entre Gemma Arterton y la joven Sophie Nélisse que están muy bien en sus respectivos cometidos.
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