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CRITICA
Por: PACO CASADO
Aunque tal vez no quiera reconocerlo a Carlos Saura le benefició de alguna manera la censura franquista ya que no podía decir las cosas que quería abiertamente y se buscó los caminos indirectos para expresarlo en imágenes y lo logró y ello le marcó el sendero a seguir.
Comenzó a investigar el pasado, tema que al parecer le gusta y al mismo tiempo le preocupaba en aquellos momentos para criticar al régimen franquista.
Ahora ya no es necesario, pero sigue insistiendo en él, tal vez sin el ánimo de crítica al sistema político de entonces, sino por puro gusto y complacencia.
Cuando Carlos Saura afronta los hechos directamente, como ocurría en 'Los ojos vendados' (1978) parece que se pierde, que se desorienta.
Tal vez por ello tuvo que volver a retomar la historia de 'Ana y los lobos' (1973) y hace 'Mamá cumple 100 años' (1979).
En 'Deprisa, deprisa' (1981) le ocurre otro tanto de lo mismo.
Nos relata una historia, más o menos vulgar, de raterillos y delincuentes.
En medio hace un paréntesis para 'Bodas de sangre' (1981), excepcional y punto y aparte y nuevamente vuelve a la memoria, a echar la vista atrás, a obsesionarle el pasado con 'Dulces horas' (1981) y a encontrarse a sí mismo, con su lenguaje habitual, con sus historias contadas de forma ambigua pero de manera inteligente, con dominio de sí mismo, de la técnica e incluso si se nos apura rizando el rizo superando lo anterior.
Aquí cuenta la historia de Juan, un hombre que vive obsesionado por el recuerdo de su madre, que se suicidó muchos años atrás.
Y con los recuerdos de su infancia, en plena guerra, ha escrito Dulces horas, un programa dramático para la televisión y al mismo tiempo inicia una relación con Berta, la actriz que lo protagoniza, que es físicamente identica a su madre.
El pasado es como un acertijo para Juan Sahagún, un dramaturgo que se refugia en él y está atormentado por ello, por los recuerdos de su anciano padre que se fue a Sudamérica y de su joven madre que se quitó la vida en 1942 y sobre ello ha escrito una obra teatral autobiográfica que contiene las escenas claves de sus primeros años de la infancia.
La obra se está ensayando y él asiste a esas sesiones atento y absorto, pero busca algo en ello, mientras se enamora de Berta que hace el papel de su madre en una especie de complejo de Edipo.
Además toca de nuevo sus temas favoritos, la España de la guerra civil, los asuntos familiares, los recuerdos que ya lo hiciera en algunos de sus películas anteriores.
'Dulces horas' (1981) es un Carlos Saura a tres bandas ya que aquí no sólo juega con el presente y el pasado, reconstruyendo el ayer, sino que a la vez lo recrea en la ficción de la puesta en escena que el protagonista hace con una serie de actores que encarnan a los personajes de su familia que ha recreado en la obra teatral que ha escrito y al espectador le hace participar más, pero le divierte mucho más.
No obstante debe entrar en juego, conocer la forma de narrar del director o de lo contrario se quedará fuera.
Su estética de esta manera vuelve a cobrar vida.
Por otra parte en la representación Saura se distancia de alguna manera de su personaje y lo deja actuar por sí solo como no queriendo identificarse con él y al final vuelve a dejar la puerta abierta, tal vez, para una nueva vuelta.
Hay en el cine del director oscense una estimable cualidad: la dirección de actores que hace con perfección y la de volver a su obsesivo mundo que repite en todas sus obras, aunque a veces toca otros temas, pero vuelve repetidamente a ese mundo que trata con su personal estilo y virtuosismo habitual.
En este film eligió a dos nombres nuevos, Iñaki Aierra y Assumpta Serna, les da los papeles protagonistas y obtiene de ellos un excelente trabajo, lo que pone más de relieve su labor de ser actores que no están viciados.
Tiene además otras virtudes que son habituales en su equipo que le viene acompañando en sus última producciones, como una gran calidad de fotografía del sevillano Teo Escamilla y una perfecta reconstrucción de la época en los ambientes y los decorados.
A veces prolonga un poco las escenas, pero es algo que no tiene la menor importancia.
En la banda sonora se incluye la canción Recordar, interpretada por Imperio Argentina, que ayuda a la recreación de esos años.
En definitiva una obra muy completa que nos devuelve al Saura habitual, al que siempre fue y en el estilo en el que logró sus mejores títulos.
Premio Sant Jordi a Assumpta Serna.
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