6 Noviembre 2019. Tras participar en Documentamadrid la cineasta de origen canario Nayra Sanz Fuentes competirá en el prestigioso IDFA.
Después de su estreno nacional en la 16ª edición de DocumentaMadrid y de su participación en la 51ª edición de Alcances (Cádiz), la cineasta canaria Nayra Sanz Fuentes será la única directora española que competirá con Selfie en la Sección Oficial de Cortometrajes de la 31ª edición del prestigioso IDFA, donde presentará el film el próximo 21 de noviembre. Antes de que tenga lugar su premiére internacional en el Festival dedicado al género documental más importante de la escena cinematográfica internacional, participará con este film en la Sección Divergencias de Alcine (Alcalá de Henares), el próximo 8 de noviembre y el 10 del mismo mes en la 61ª edición de Zinebi (Bilbao). Tanto en ambos certámenes como en DocumentaMadrid, Nayra es una directora de referencia, ya que también participó en los mismos con otro de sus trabajos, Sub Terrae.
Los dos cortometrajes citados junto a otro de sus films, En esas tierras, han seguido un brillante recorrido por festivales. Además, la originalidad de su enfoque tiene que ver con el hecho de que los tres y el que completará el cuarteto, Derivas, se relacionan entre sí por su acercamiento formal.
En todos ellos la directora de cine ha querido acercarse "a espacios abiertos y públicos en los que, sin hacer un proceso de intervención, me han permitido reflexionar sobre temas temporales como los límites entre la vida y la muerte, la conformación histórica y presente de nuestras (no) identidades, el choque entre una sociedad egotista y otra omnisciente y sobre la deriva que implican profesiones milenarias frente a otras contemporáneas".
Sus referencias a la hora de rodar Selfie, un film inmersivo e hipnótico de no-ficción, han sido desde las voces autómatas de Un mundo feliz, de Aldous Huxley, hasta 2001: Odisea en el espacio, de Stanley Kubrick, y sobre todo el gran panóptico de Michael Foucault junto con sus teorías sobre las distopías.
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Sinopsis:
En esta miniatura conceptual y sensorial, se replantea el concepto de (auto)retrato social, jugando con las distorsiones de un Gran Hermano que nos observa impasible. Un estado tecnológico de control permanente, de mecanización de una vida diaria dominada por los ingenios que el ser humano ha creado y que se han hecho finalmente con el control de nuestras vidas.