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CRITICA
Por: PACO CASADO
El brillante científico profesor Ambrosius y su fiel ayudante Alfred, llegan hasta una pequeña y apartada aldea en la región de Transilvania decididos a terminar con una terrorífica horda de vampiros que está asolando la comarca.
La tarea se presenta difícil para los dos claboradores, pero cuando una hermosa joven del lugar es secuestrada por el cabecilla de los vampiros, el profesor y Alfred siguen su pista hasta un impresionante castillo donde los monstruos tienen su refugio, dispuestos a introducirse en él y rescatar a la muchacha.
Atraído en sus primeras obras por temas de carácter más irreal y fantástico, con una notable presencia del mal en diversas formas, nos ofrece ahora esta divertida parodia del género de terror.
Desde el golpe de efecto de los créditos hasta el plano final, pasando por el vampiro homosexual toda la comedia revela el tono burlesco y deliberadamente paródico, que no oculta un profundo conocimiento de los mecanismos de esta clase de cine retomando toda un iconografía que le era próxima.
En esta película de Roman Polanski se dan varias circunstancias de cambios esenciales en la trayectoria que hasta ahora ha seguido el famoso y joven director polaco que tan sólo había realizado films dramáticos.
Polanski aborda aquí abiertamente la comedia, pero eso no quiere decir que olvide el género de terror ya que en 'El baile de los vampiros' (1967) hay algo de 'Repulsión' (1965).
Hay ese quehacer personal que distingue a un autor por su forma de mover la cámara, montar las imágenes, en definitiva por ponerle un sello personal a su obra, inconfundible cuando se es original y no se trata de una copia.
Ésta está llena de guiños cinematográficos tremendamente personales ya que además es responsable de los decorados, coautor del guion, director y actor.
Hay ese horror que caló muy hondo con 'Repulsión' (1965) que hizo que se le tomara con mucho respeto ya que a partir de entonces el espectador acude a ver una cinta suya con cierto recelo, con algo de miedo.
Comienza un tanto apática en la primera parte, pero va ganando a medida que avanza la trama para alcanzar su punto álgido con la persecución por el castillo y la secuencia del baile, realizada con bastante frescura.
A la vista de esta obra, se mueve bien en la comedia en la que aunque con un ritmo lento va salpicando de fino humorismo y rica sátira, sembrada de personajes coloristas y horribles a lo Poe, que parecen extraídos de un aquelarre, que va de los divertidos a la más auténtica galería del horror digno de cualquier película seria del género.
Factor importante es la creación de la atmósfera visual aportada por la labor de Douglas Slocombe, experto en la materia, que constituye uno de los valores, así como la perfecta ambientación al igual que los recursos que emplea, unas veces en plan cómico, otras en tono terrorífico, sacándole partido hasta la cosa más pequeña, como pueda ser una simple telaraña.
Polanski ha dado con la fórmula, ya que cuando el público está harto de ver films de vampiros, lo que le apetece es mofarse de ellos, y pasarlo bien a su costa.
Para ello ha dado con un actor ideal en la persona de Jack Mac Gowarn que encarna el papel del doctor Abronsius, con una bis cómica y una figura perfectamente ajustada al personaje.
El propio Polanski le sirve de contrapunto revelándose como un buen actor, mientras que la actuación de la bella Sharon Tate, malograda recientemente, es corta, pero sabiendo ser justamente utilizada como un bello animal decorativo.
Dado su carácter satírico y humorístico no se toma en serio en ningún momento, ni tampoco ofrece escenas morbosas.
Desde el punto de vista artístico es un puro divertimento y una nueva faceta de este autor.
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